Una de sus funciones es sostener los órganos pélvicos en su posición adecuada. Estos se pueden dividir en tres compartimentos: Anterior (uretra y vejiga), Medio (vagina y útero) y Posterior (recto y ano). 

Debido a esta íntima relación y al dinamismo del suelo pélvico cobra un papel clave en la continencia de esfínteres, es decir, se encarga de contener la orina, las heces y los gases y al mismo tiempo de permitir la relajación de estos esfínteres y dar paso a estas sustancias de deshecho una vez que ya hemos llegado al baño.

Por otra parte, el buen estado de los músculos del suelo pélvico es esencial para que puedan tener lugar relaciones sexuales, además de que estas resulten placenteras. Muchas veces no nos damos cuenta de esta función hasta que aparecen problemas de sensibilidad, dolor y mantener la erección. No obstante las disfunciones de la esfera sexual son mucho más complejas y hay que valorar otros campos como el hormonal o psicológico, entre otros.

Además, el suelo pélvico juega un papel importante en el momento del parto. La cabecita del bebé descansa sobre los músculos del suelo pélvico de la mami y ayudan a que la cabecita rote (importantísimo para favorecer la salida del bebé). Además, estos músculos han de ser flexibles y poder distenderse para permitir la salida de la cabecita y el resto del cuerpo del bebé.